Retrasar la micción
Existe una tendencia generalizada a no satisfacer el deseo de orinar cuando aparece y a retrasar la micción, por obligaciones laborales u otras actividades diarias. El hábito de aguantar hasta el último segundo puede en el futuro favorecer la aparición de infecciones de orina y causar incontinencia urinaria, ya que se está ejerciendo un peso innecesario.
La edad
El paso de los años puede hacer que los músculos de la zona pélvica se debiliten y que algunos tejidos pierdan elasticidad causando incontinencia urinaria. Con la edad también pueden deteriorarse la coordinación de los mecanismos del sistema urinario y del sistema nervioso central.
Embarazo y parto
Durante el embarazo, el aumento de peso y la presión del útero sobre el suelo pélvico pueden provocar debilitamiento muscular y facilitar pequeñas pérdidas de orina. El parto, especialmente el vaginal, puede ocasionar lesiones musculares, desgarros o la necesidad de una episiotomía (incisión en el periné), lo que afecta la función de los músculos que controlan la vejiga.
Afortunadamente, muchas alteraciones urinarias relacionadas con el embarazo y el postparto son temporales y reversibles, especialmente si se actúa con ejercicios y tratamiento adecuados.
Menopausia
Durante la menopausia, el organismo deja de producir estrógenos, las hormonas que desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento del sistema reproductor y urinario.
La caída en los niveles de estrógenos puede debilitar los tejidos de la vejiga y la uretra, favoreciendo la aparición de incontinencia urinaria.
Otros factores
La obesidad, el estreñimiento y algunos medicamentos como los antidepresivos, diuréticos, sedantes, antipsicóticos o laxantes pueden influir en la aparición de incontinencia urinaria. No obstante, en muchos casos las pérdidas de orina son leves, temporales y tratables con cambios en el estilo de vida y atención profesional adecuada.